11.10.10

Vivir porque síporque ni siquiera te molestas en matarte. Porque ni siquiera eso te atrae. Vivir esperando que algún día aparezca una pizca de interés o un rasguño de emoción o incentivo por algo. Casi por inercia. Esperar que los días sean todos iguales. Buscar cosas para hacer, no por placer sino para evitar el dolor que supone seguir respirando.

A veces pienso que todo lo que nos rodea es un espejo. Cuando nos miramos al espejo, ¿lo hacemos para ver como nos ven los demás?
¿O para ver si el espejo nos devuelve la imagen que tenemos de nosotros mismos? A veces lo que más odiamos de los demás, es un reflejo de 
lo que más odiamos de nosotros mismos. Los espejos pueden ser traicioneros. Uno puede perderse en un espejo.
Como Narciso, que de tan enamorado de sí mismo, de tanto mirarse en el reflejo de un lago, se ahogó. Hay espejos en los que queremos reflejarnos.
Hay espejos en los que uno ve lo que quiere ver, pero también 
lo que no quiere ver. Hay espejos en los que no queremos mirarnos.
Hay espejos en los que uno no se reconoce. Si no te gusta lo que ves en el espejo, no ganás nada rompiéndolo. 
Uno elige que ver en el espejo.
Puede ver ese rasgo que detesta, o puede ver que tiene una sonrisa hermosa. 
¿Quién no miró alguna vez en un espejo una imagen de sí mismo que no le gustó?
No hay que luchar contra el espejo. Es una pelea perdida de antemano, sin sentido. Si no te gusta lo que ves en el espejo, reíte.
Te vas a empezar a gustar un poco más. El espejo no miente. El espejo nos muestra las cosas tal cual son. Nos muestra lo que 
tenemos...
y también nos muestra lo que 
nos falta.

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